CIUDAD DE MÉXICO.- La pechuga de pollo deshuesada y sin piel se ha consolidado como uno de los alimentos con mayor densidad proteica y menor contenido graso. Una porción de 85 g aporta aproximadamente 26 g de proteína y tan solo 2.7 g de grasa, con cero carbohidratos y cerca de 128 kcal. Esta relación la convierte en un aliado para el desarrollo muscular y la pérdida de peso.
Rica en vitaminas y minerales esenciales
Además de su aporte proteico, la pechuga de pollo es fuente de vitaminas del complejo B, como niacina (B3), riboflavina (B2) y B6, indispensables para el metabolismo energético y la salud cerebral. También proporciona fósforo, potasio, zinc y selenio, minerales clave para la función ósea, el equilibrio de líquidos, el sistema inmunológico y la protección antioxidante.
Beneficios para la salud cardiovascular
Al contener muy poca grasa saturada, su consumo regular contribuye a mantener niveles saludables de colesterol LDL. Estudios recomiendan incluir carnes magras como el pollo en dietas enfocadas en la prevención de enfermedades del corazón, ya que permiten satisfacer las necesidades proteicas sin elevar el riesgo de arterioesclerosis.
Versatilidad culinaria y digestibilidad
La pechuga de pollo se adapta a múltiples métodos de cocción: a la plancha, al horno, hervida o al vapor, siempre que se eviten frituras con exceso de aceite. Para mejorar su digestibilidad y reducir antinutrientes, se recomienda remojar la carne brevemente en agua con limón o vinagre antes de cocinarla. Su sabor suave facilita su incorporación en ensaladas, sopas, wraps y guisos bajos en sodio.
Recomendaciones de consumo
Nutricionistas sugieren consumir de 150 a 200 g de pechuga de pollo cocida por ración, alternándola con otras fuentes de proteína como pescado, legumbres y huevos, para garantizar un perfil nutricional equilibrado. Es importante revisar las etiquetas de los productos procesados, optando siempre que sea posible por pollo orgánico o libre de antibióticos para minimizar la exposición a aditivos.
